sábado, 10 de diciembre de 2016

Sin titulo

Hace mucho que no escribo. No encuentro la razón, quizá no haya una. Lo curioso es que el paréntesis comenzó en el momento exacto en que hice un curso de escritura. Ahí deje de escribir. No es que no tuviese ideas o cosas en la cabeza que me motivaran a hacerlo, si las había, y las hay, tal vez en exceso. Pero ninguna de ellas fue plasmada.

Y ese paréntesis es cerrado sin una idea concreta. No es que estoy sentado frente a la hoja en blanco con una idea. No no, todo lo contrario, ningún tema del cual hablar, ninguna historia, ningún cuento. Nada. ¿O tal vez si? Reflexionando al respecto quizá el motivo por el cual estoy escribiendo sin motivo sea justamente la necesidad de cerrar ese paréntesis sea del modo que sea.

Les podría hablar del penetrante olor del perfume que tenía puesto la señora que se sentó delante mío en el 365 a las doce de la noche volviendo del teatro a mi casa. De cómo ese olor y no las conversaciones cercanas me distrajo de mi lectura. Olor que aun siento sentado frente a mi notebook mientras escribo, prendido como garrapata a mis fosas nasales. Porque escribo esto después de haber ido al teatro y regresado a mi casa en el 365 sentado detrás de una señora con un perfume penetrante. Pero no, no voy a hablar ni de ella ni de su perfume. Tampoco de la obra de teatro.

Finalizada la obra (el nombre no viene al caso) hice una pasada por el baño de caballeros (no hay cosa que deteste más que esperar el colectivo con ganas de mear, es insoportable). El mismo no tenía luz por algún desperfecto técnico, ya que todo el resto de las instalaciones estaban perfectamente iluminadas. No quedo otra que mear a oscuras (el celular aun lo tenía apagado, así que no pude utilizar su linterna). En esos trámites andaba cuando otra persona ingresa al baño y se pone a mear al lado mío. Lo particular de la situación obligo a intercambiar una serie de comentarios respecto a esta experiencia de hacer pis a oscuras. Y fue ahí que reconocí la voz. El pibe había actuado el día anterior en otra obra que había ido a ver. A la salida del baño continuamos la charla por un rato, sobre su obra, sobre el teatro, sobre mi obra (la charla del baño quedo en la oscuridad). Pero tampoco voy a hablar de eso, solo lo mencionaba como al paso, uste vio.

Las últimas cuatro películas son orientales. Si, cambio de tema bruscamente, ¿y qué? Tres de Miyazaki, japonés, y una de Ki-Duk, surcoreano creo. Podría buscar la información en este momento pero prefiero quedarme con la incertidumbre y la suposición. Me gustaron mucho, las cuatro, otro modo de narrar, otro modo de presentar los personajes, de filmar, otro modo. Las de Miyazaki mantienen una tónica: el vínculo hombre-naturaleza, también suele aparecer mucho la relación del hombre con la tecnología; sus protagonistas suele ser jóvenes (niños y niñas casi siempre). De Ki-duk vi tan solo dos películas pero creo que suele incursionar bastante por los sentimientos, pasiones y deseos más ocultos en el ser humano. Pienso en la palabra pulsiones mientras escribo esto, aunque no sé muy bien que significa calculo que algo tiene que ver.

Podríamos seguir hablando de las últimas conversaciones que escuche en el tren, una entre dos hombres en la cual uno le aconsejaba al otro como encarar el divorcio con su (ex) mujer, que decir, que ocultar, como moverse y toda esa porquería donde la cuestión de fondo (aunque no tan al fondo) es siempre la guita; otra de un pibe hablando con lo que yo supuse que era su novia aconsejándole de un modo un tanto agresivo como encarar la compra de una obra de arte en un remate próximo (los consejos y toda la escena que pintaba eran bastante turbios por cierto, ah, y si, la cuestión de fondo era nuevamente guita); u aquella otra de una señora puteandose con un ex porque no le pasaba la guita de su hijo (que estaba presente). Escrito esto me doy cuenta que los tres tienen la misma preocupación de fondo: plata. Rige nuestras vidas y todas nuestras relaciones. De nuevo el olor del perfume en el 365, ¿lo sienten? ¿Lo huelen? Ya sé que no va a ser el mismo, pero presten atención que seguro aparece. ¿Y? Pero dije que no voy a hablar del perfume, tampoco de estas conversaciones.

No voy a hablar de nada. De hecho me voy a dormir. Sé que no estoy cumpliendo con nada de lo visto en el curso, pero no me importa, estoy cumpliendo con el objetivo que me puse al comenzar: cerrar el paréntesis, aunque sea de un modo patético desde el punto de vista literario. Lo otro que me parece importante es que después de mucho tiempo vuelvo a respetar lo que en sus inicios fue la esencia del blog: escribir lo que se me venga a la cabeza, sin filtro, sin repaso, sin correcciones. Este es uno de esos casos.