miércoles, 22 de julio de 2015

Chiquitere

  Bondi camino al centro, 5B si mal no recuerdo. Bajaba la velocidad llegando a la Av. Entre Ríos, íbamos por la Mitre. Alguien había tocado el timbre para esa parada. Bastante rebalsado estaba el asunto. Una mujer a mis espaldas hablaba por celular. Yo parado mirando hacia el colegio Belgrano. Esa misma mujer dijo algo, o entono de tal manera alguna frase, que instantáneamente emergió de los rincones más recónditos de la memoria una canción. Canción noventonsa, pero de la cual no sabía ni su autor ni su nombre. Me moría de risa por la canción y por el momento en que decidió regresar a mi consiente, el cual escudriñaba en el baúl tratando de dar con la letra. Tenía el tarareo del famoso estribillo, pero hasta ahí nomás. “Esta pelotudes voy a escribirla”, pensé.

  Unas cuadras después, cuando me tocaba bajar a mí, ya me había olvidado de todo. Esto habrá sido una semana atrás del momento en que estoy escribiendo esto. Cuando me senté a escribir lo hice pensando en redactar cualquier otra cosa, de hecho quedaron algunas por ahí a medio empezar. Fue ahí que volvió la canción reclamándome su espacio. En realidad no fue la canción, sino que me acorde de lo que me había pasado en el cole, de la mujer con el celular, que algo dijo, y ese algo me llevo a una canción. Y ahora, cuando me acuerdo de todo eso y quiero escribirlo, se me borro por completo que tema era el que había aparecido. Ni melodía, ni estribillo, ni ritmo, nada. Cinco minutos de esfuerzo, y nada. 

  Cuando la ansiedad comenzaba a asomar, se me ocurrió buscar por google. “Grandes canciones en español de los 90”, le escribo al tío, y hago click en la primer entrada que me devuelve, titulada “Las 100 grandes canciones de los 90 en español”. Para mi asombro, la fuente es Wikipedia. Parece que hace no mucho tiempo hubo un programa con ese nombre, de que trataba no hace falta decírselos. “Bueno”, me digo, “a ponerse a leer los nombres, quizá alguno me vuelva a detonar ese recuerdo”. Y así comencé a repasar el ranking, programa por programa. Así llegue, por el VH1 norte (¿?), encabezando la lista del 3° programa, en el puesto sesenta... Chiquitere, de Rafa Villalba, de 1996. Ese fue el maldito tema que todavía no sé porque apareció aquella tarde en el bondi.

  Revisen la lista de ese programa, sobre todo la lista de la sección VH1 sur (¿?), no tiene desperdicio. Vallan, pasen, vean, escuchen, y dense con una dosis de nostalgia musical.

martes, 14 de julio de 2015

Flor de Lino

  El suave andar del tren se hacia uno con la somnolencia que ganaba mis parpados. Si no me encontraba ya dormido, era tan solo porque viajaba parado. Aunque no estaba lleno, no había asientos vacíos. El suave y monótono andar era apenas interrumpido por el murmullo de alguna pareja charlando, algunos vendedores que pasaban y la voz femenina que anuncia las estaciones por altoparlante. Si uno ponía mucha atención, también se podía sentir algún headphone reventando oídos. El aire era pesado, pero no sofocante. Afuera, un cielo gris cubría la ciudad. –En cualquier momento, lluvia-, pensé. –Usted está en estación Acassuso-, oigo decir a la voz, -próxima estación…- Esperanza, digo para mis adentros, recordando el viejo disco de Manu Chao e invitando a sus acordes y soniditos a subirse a mi tren.

  Pero la música de mis recuerdos es desplazada por el resgueo de una guitarra y el aire silbante de un bandoneón que irrumpieron en la escena. La melodía de Flor de Lino se abre paso esquivando gente, asientos, bastones y paraguas, rompiendo la monotonía del ambiente. Con la mirada recorro el camino inverso buscando a los benditos responsables. Mitad del vagón, un joven de boina con la guitarra criolla colgada, y una señorita sentada con el bandoneón en su regazo. El sueño bajó en Acassuso. La magia citadina se apodera del vagón, los murmullos se interrumpen, los tres chocolates por diez pesos que esperan su entrada también disfrutan del momento. El impertérrito altoparlante es el única osado en levantar la voz por sobre la marea de lino. La misma que instantes después me saca de mi estupor.


  Lentamente desciendo del tren abandonando la burbuja espacio-temporal en que me había zambullido. Parado frente a él, oigo los últimos acordes tras la puerta que se cierra. Doy la vuelta, y subo las escaleras de la pasarela para cruzar al otro andén. El tren, ahora momentáneamente debajo de mí, reanuda su camino, a su próxima estación. -¿Qué tema seguiría en el repertorio?-, me pregunto. -Cual será mi próximo tema…-, me replica otra voz. Flor de Lino, qué raro destino, truncaba un camino, de linos en flor..., silbaba por lo bajo, camino a mi casa, con la humedad de Buenos Aires sobre mis hombros.