viernes, 23 de noviembre de 2012

Encuentro con Jung

  Los libros de Jung llegan a mi vida en momento sumamente particulares y precisos. En el verano, de viaje por Perú  había empezado a leer El hombre y sus símbolos  Lo tenia en lista de espera hace mucho, pero viajando con mi mochila encontró su momento. Si, el libro encontró su momento de llegar a mi, no yo de llegar al libro. Mas de la mitad de este lo leí arriba de un ferry en viaje a Iquitos. Cuatro días  durmiendo en hamacas y toda una aventura que ya conté en otra entrada. La cuestión es que ese libro llego a mi en medio de un viaje que considero iniciático para mi vida. Viaje en el cual tuve toda una serie de sueños sumamente significativos que acabaron manifestándose / concretándose / realizándose hacia el final de mi viaje. Sueños proféticos, podría llegar a decirse, aunque suene demasiado grande. Quizá sea mejor llamarlos reveladores.
  Ese libro me cambio y me abrió la cabeza con muchas cosas. Y estuvo siempre presente a lo largo del mes y medio que estuve viajando por Bolivia, Chile y Perú  Durante este 2012 también lo tuve muy presente en diversos momentos, volviendo a la memoria algún arquetipo, algún símbolo o alguna explicación. Volviendo a la memoria en alguna clase de Filosofía de la Historia o después de algún sueño extraño.
  
  Pero como cada año que se retoma la facultad, la lectura elegida por uno mismo, mengua. Y así  comienzan a apilarse fotocopias y fotocopias de textos que me piden para las diversas materias de la facu. Muchos libros quedaron archivados, como en su momento le había pasado a El Hombre y sus Símbolos.
  Acercándose el fin de año, ya sin tener que cursar, lo que significa, principalmente, no mas copias obligadas para leer para ninguna materia, retome / comencé lecturas de mi propia elección.
  En una caminata por el centro de Salta, acabe, como tantas otras veces, dentro de la libreria Rayuela. Aproveche la oportunidad para preguntar por un libro de Freud que se había comentado mucho en Filosofía de la Historia y que había surgido nuevamente en un seminario que había cursado la semana anterior sobre religión  La obra es Tótem y Tabú, un clásico. 
  Después de realizar la consulta y de revisar por varios lados, apareció dentro de un tomo de las obras completas de Freud. La obra suelta no la tenían  por lo que su precio se iba a las nubes. Mientras meditaba que hacer, sin que yo diga nada, el librero me alcanza El Hombre y sus Símbolos junto a Arquetipos y el inconsciente colectivo... Había entrado buscando Tótem y Tabú, me fui con Arquetipos... bajo el brazo y feliz. Nuevamente, Jung llegaba a mi, sin que yo lo busque.
  Hoy comencé su lectura, y me paso lo mismo que con su primer libro. Hace unas semanas, frente a mi pc, decidí escribir una serie de 4 o 5 sueños que había tenido y que se me habían grabado. No suelo recordar muchos sueños. Pero estos los tenia muy presente. Antes de olvidármelos, tome la sabia decisión de escribirlos, con la idea de, en algún momento, tratar de desentrañar su significado. Mucha agua, lagos / lagunas, yo caminando en la orilla, era elementos que se repetian en tres de ellos.
  Por otro lado, otro personaje que estuvo muy presente este año fue Nietzsche, también bajo influencia de Filosofía de la Historia. Paradójicamente, casi no leí nada del filosofo alemán  todo por terceros. Cuenta pendiente para este verano. Ayer a la noche me la pase escribiendo una monografía final para un seminario, donde nombraba constantemente la presencia de ideas nietzscheanas en el dadaismo y su destrucción del arte.
  Pasaban las primeras paginas de Arquetipos y el inconsciente colectivo y empezaba a tener la misma sensación que con El hombre y sus símbolos. Apenas llegado a la mitad del primer capitulo, en el que se analizaban tres arquetipos fundamentales: la sombra, el anima y el anciano sabio, aparecen tres paginas en las que habla sobre el agua en los sueños, los lagos, y todo lo que hay por detrás de ese arquetipo, íntimamente relacionado con el anima. En medio de esto, cita de Zaratustra...
  Me quede un rato con el libro en mis manos mirando por la ventana.

  Tengo algo con Jung, o Jung tiene algo conmigo. Siempre aparece en el momento exacto y por si solo.  Cada vez estoy mas convencido de que ahí hay algo, que tengo que leerlo por que tiene algo para decirme. Y esto en un momento en que vengo meditando mucho sobre que tema trabajar ya pensando en la tesis.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Vinos del Estio

  Después del show de los rosas, blancos y amarillos, en ese orden de aparición  llegaron hace ya un par de semanas los lilas. Color sumamente flashero, de un árbol que tiene un nombre por demás hermoso, Jacarandá. Tenia mis sospechas de que sea una palabra guaraní o de esa zona al menos, me sonaba a jaguar, a yacare... que se yo, no se si tenia algo que ver, pero así resulto ser. En cuanto el Jacaranda comienza a perder sus pétalos lilas, se viene la mejor parte de todas, porque queda un circulo en el piso, debajo de su copa, completamente teñido de lila, y en los distintos momentos del dia brilla con distintos tonos. Mas claros o mas oscuros. Ni hablar cuando se los ve después de la lluvia. Aparecen completamente lavados y limpitos, con el lila en su máxima expresión.
  La acción de las hormigas son un show aparte. Hace unos días salia de la facu, y mientras sacaba el candado de la moto vi una sinuosa serpiente lila contra el cordón de la vereda que se movía. Al prestarle mayor atención vi que eran hormiguitas llevando cada una un pedasito de pétalo de lila jacarandá  El efecto visual que se armaba era tremendo. No vi lo mismo que los rosablancoamarillos de los lapachos... capas que no les gusten tanto a las hormigas. O quizá simplemente no pude verlas.
  Hablando de hormigas, hoy me paso algo sumamente extraño. Fui a llenar de agua unos frascos de vidrio que tengo en mi ventana con plantas acuáticas  Tanto calor viene haciendo que un unos días el agua desaparece. Al terminar de llenar el segundo frasco, veo que salían corriendo por las ramitas de mi planta varias hormigas. Pero hay una que no llega a prenderse de las ramas ni del vidrio del borde. Veía que se resbalaba. En medio del agua sacudía sus patitas tratando de agarrarse de algo. Yo la veía. Pensé en darle un empujoncito con un dedo hacia el borde. Pero no me movía  Seguía mirándola luchar. Casi lo logra en un momento, pero se resbalo. En medio del frasco peleaba por mantenerse a flote. Las patitas que se movían a toda velocidad, se fueron moviendo mas lentamente... Y de pronto, en un instante, flotaba la hormiguita. Ya no se movía. Me dio un escalofrío. Juro que se me puso la piel de gallina. De repente me sentí un hijo de puta por no haberla sacado del agua. Se estaba comiendo tu plantita, pensaba por un lado. Pero no dejaba de sentirme un hijo de puta. En menos de 10 o 15 segundos vi todo el sufrimiento, la lucha y la agonía de la hormiguita por tratar de salir del agua y no hice nada. Me quede un rato completamente duro mirando como flotaba la hormiguita. Por mi cabeza pasaban imágenes de la infancia cuando uno mata hormigas con una lupa un día de mucho sol, o exterminando gigantescos hormigueros con alcohol y un fósforo o simplemente me vi pisándolas inconscientemente en el caminar diario... Pero la escena que acababa de vivir me había causado algo que nunca creí que me causaría una hormiga. Fue como un volver a la mas tierna infancia y redescubrir ese lazo que nos une con la muerte en la cosita mas pequeña e insignificante de la vida.
  No me lo causo ninguna de las decenas de cucarachas que mate desde que comenzo el calor. Tampoco las arañas. Ni los hormigueros que arranque de mi jardin tras las primeras lluvias. Me lo causo una pequeña hormiguita que se alimentaba de mi plantita, que murio ahogada cuando la llene de agua para darle vida a la plantita. Y yo la vi luchas por su vida, y no hice nada.