lunes, 28 de enero de 2013

Casa Tomada

  Noche de insomnio. Que bajón que son. No me suele pasar, cuando me acuesto, caigo dormido en cuestión de minutos. Pero esta noche no hay caso. Tras dar vueltas y vueltas en la cama sigo sin dormir. Levanto un poco la persiana, el aire fresco de la noche entra a mi cuarto, junto a la luz de una hermosa luna llena. El gato aprovecha la ocasión para despabilarse un poco y de un salto desaparece en la noche. Que hacer para que llegue el sueño, es mi consigna. Prendo la luz y me quedo mirando un rato la biblioteca. Tengo varios libros en mi mesa que estoy leyendo, pero no quería agarrar ninguno de esos, quería algo cortito, para el momento nomas. Julio Cortazar, Los Relatos. Es una compilación de cuentos de Cortazar agrupados bajo otras directrices  esta Todos los fuegos el fuego, Bestiario, Final del juego, Octaedro y algunos mas pero distribuidos de otro modo. Lo abro y busco Caso Tomada. Ya lo había leído, en otra noche de insomnio, probablemente. Soy una amante de los cuentos cortos, y para estas ocasiones en que Morfeo decide no aparecerse, son un gran compañero. Abro la pagina 399 y comienzo a leer "Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua...". Era el primer cuento de la Tercera Parte de la compilación  titulada Pasajes.
  Que magia que tiene Cortazar, que capacidad para manejar el espacio - tiempo en sus relatos, para llevarte de una punta a la otra con tan solo unas palabras, de decir tan solo lo justo y necesario para dejarte ante el abismo de un mundo paralelo en el cual ya es uno mismo, el lector, el encargado de terminar de darle forma. Mientras iba leyendo el cuento ocurrió algo muy curioso. Estaba exactamente en el punto en que describe el polvo de la ciudad y de la casa, que los obligaba a limpiarla todas las mañanas: "Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una rafaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macrame;", y fue ese fragmento que activo algún disparador de mi memoria, llevándome a mis ¿12? quizá 13 años, mas o menos. No se porque, y probablemente no tenga ningún tipo de lógica racional, la idea del polvo en los rombos de las carpetas me hizo presente aquellos cuadernos que usaba en la infancia, Rivadavia de tapa dura con relieve de telaraña. Desconozco cuantas hojas en blanco abre gastado tan solo para apoyarlas sobre sus tapas y pintar con lapices de colores a toda velocidad la hoja, al tiempo que iba pareciendo, como por arte de magia, una espectacular telaraña calcada en mi hoja. 
  No se si seguirán existiendo esos cuadernos  Tal vez si, tal vez no. Mi gran interrogante en este momento es ¿porque? ¿A quien se le ocurrió forrar con un relieve telaraña una cuaderno de tapa dura destinado al uso escolar  ¿Con que objeto?
  Ojala que hoy día sigan cientos de miles de chicos haciendo aparecer de la nada en hojas pintadas a la mitad hermosas telarañas en trazos mas oscuros. Quien haya tenido de esos cuadernos y no lo hizo, no le creo. O es un boludo. Como si existiese un ser en el planeta que ante una cerveza helada en el momento en que empieza a sudar no haya intentado sacar su etiqueta en perfecto estado. No me jodan.
  De a poco llega la causa de todo esto, o al menos lo aparenta. Así que me voy despidiendo urgente. No fuese que algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

1 comentario:

  1. Ya que menciona el espacio, el tiempo, los relatos, la duración, la extensión y otros... tengo un relatillo pa' prestarle, ah si se quiere también sería macramé "Love-craft"

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