jueves, 5 de julio de 2012

Meditación frente al Río

  Me encontraba de pie frente al río. Le di libertad a la ultima bocanada de humo de mi pipa, luego deje que se fuera apagando, lentamente. Era de noche y hacia frío. Mucho frío. Cerré los ojos. En mi mano izquierda cargaba una bolsa con dos libros que había comprado esa tarde, no eran libros, eran librazos, de esos que sabes que te van a acompañar toda la vida. Uno de Mircea Eliade y otro de Robert Graves. Cuando cerré los ojos me paso algo extraño. Me empece a imaginar ese mismo lugar, exactamente el mismo, pero tratando de remontarme cientos de años atrás, o miles de años atrás. A mis espaldas desaparecía la ciudad, en el río ya no había faros, ningun avión surcaba el cielo. Es un ejercicio que suelo hacer, y me he comido buenos viajes de ese modo. Mientras viajaba, empece a sentir el peso de la bolsa, el peso de los libros, mejor dicho. Sentí que lo que lo que me estaba pasando venia comandado por las paginas de esos monstruos de la historia, de la mitología y la filosofía. El mundo que hay dentro de esos libros estaban ejerciendo una tremenda presión sobre mi, sobre mis sensaciones y sobre mi brazo. Me empezaron a doler los dedos. Se hacia cada vez mas pesado. Me encontraba parado en medio de la nada, frente al río. En el mismo lugar que de chico iba a pescar, o a bañarme un rato. De mas grande, fue también el lugar donde nos fumamos el primer porro con amigos y que realmente nos bolo la peluca. Es también un hermosisimo lugar para ver atardeceres, o simplemente para pasar un rato. El peso de los libros fu tal que abrí los ojos. Acomode un poco mis dedos, mande el peso hacia otros. La ciudad apareció, los faros comenzaron a parpadear, una lancha paso frente a mi, un avión cruzaba el cielo. 
  Encendí mi pipa. Volví sobre mis pasos, pensando en el hombre primitivo, su concepcion cíclica del tiempo, su vida sacra desde todo punto de vista, sus arquetipos y rituales de posesión, en mitos hebreos y griegos, en lo sagrado de todo lo que me rodeaba, en mi infancia pasada en ese club... y preguntándome cual sera la enfermedad que tanto le aqueja al hombre actual. El hombre, tal vez...
  Mircea Eliade y Robert Graves seguían pesando en mi brazo, ahora el derecho, pero donde mas están pesando ahora, es en mi cabeza. Y lo van a hacer durante mucho tiempo. Lo presiento.
  

2 comentarios:

  1. repito....esa vida es envidiable!
    ojala tuviera esos momentos para meditar de esa manera y sentirme de nuevo conmigo misma...pero me falta bastante para eso y me provoca mucha nostalgia que la gente pueda hacerlo, sacandose las presiones de todos los dias, la rutina, los problemas, y que pueda compartirlos en estos lugares de escritura es genial...
    mas envidia me provoca, porque despues de leer y escribir esto tengo que volver a leer un par de hojas y someterme a ese mundo de la educacion al que tan poco aprecio le tengo....
    q lindo q vivas asi tus momentos solo mati!y q lindo q los describas asi :)

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  2. que lindo ser conciente de eso1

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