lunes, 23 de julio de 2012

Ayahuasca

  Los primeros días de febrero de este año me encontraron en Iquitos, a orillas del Amazonas, Perú. En medio de la selva tuve una de las experiencias que mas voy a recordar en mi vida (o al menos eso creo). Luego de conocer y charlar un rato con el medico, curandero, chaman o como quieran decirle, del caserío San Juan de Yanayacu (adentrándote por algunos de los tantos brazos en que se va bifurcando el Amazonas, caserío que no tiene mas de 200 habitantes) me decidí a tomar Ayahuasca. Previamente, Don Jorge me guió un paseito por los alrededores de su casa, mostrándome el lugar donde preparaba la bebida, procedimiento, todas las hojas y lianas que usaba, etc. Hay algo que es imposible plasmar acá, y es el lugar, el contexto, el momento. Uno lo lee y se imagina saliendo de su casa al descampado de la esquina... pero el caserío se encuentra a orillas del Río Yanayacu, inserto en medio de la misma selva, a 6 horas en lancha de la ciudad de Iquitos, que también esta rodeada de selva. No hay luz, agua, gas, ningún tipo de desagüe, ni nada. Solamente los sábados prenden un generador a nafta para que haya un rato de luz. Por ahí queda San Juan de Yanayacu. 



  Como esa noche iba a hacer la toma de Ayahuasca, tenia que estar en ayunas. Así que almorcé y después no comí nada mas en todo el día. A eso de las 20 hs nos encontramos con Don Jorge para empezar a hacer todos los preparativos para la ceremonia. La iba a tomar en mi cuarto. Un almohadón cómodo al piso para sentarme, apoyado en mi cama, un balde cerca para cuando comenzaran los vómitos, papel higiénico a mano por cualquier otro tipo de percance, y toda la buena vibra y pensamientos positivos. Don Jorge también se acomodo en su lugar. Hay que tratar de moverse lo menos posible, no tener ningún tipo de contacto con otra persona y no hablar a no ser que sea estrictamente necesario.
 Noche en el Amazonas significa solamente luz emitida por estrellas y la luna, mas una infinidad de sonidos de todo tipo, peces, aves, monos, arboles, vientos, ranas, ratas, mosquitos, grillos, y todo lo que uno se pueda imaginar que habita en la selva, todo junto, en un verdadero concierto brindado por la naturaleza.
  Una vez listos, encendió su pipa con un tabaco especial para la toma de Ayahuasca y empezó la ceremonia. Se acerco a mi, me expiro el humo de la pipa en mi cabeza y en mis manos, luego me dio a fumar. Fue hasta su lugar, se sentó, y entablo una serie de cánticos. No se si eran en algún idioma extraño o era simplemente melodías, las cuales repetía cada tanto con leve silbido. Luego sirvió en un jarrito la respectiva medida de Ayahuasca y me la alcanzo. Había que tomar todo de una vez. Le devolví el jarro, y se sirvió su parte. Para guiar un viaje de Ayahuasca el chaman también debe tomar, ya que tiene que estar dentro de ese mundo para poder controlar a los espíritus. No todos ellos son buenos, por eso la importancia fundamental de quien sea el chaman. 
  Volvio a encender su pipa y retomo los canticos, al tiempo que agitaba en el aire ramo de hojas cecas, tambien de alguna planta en particular con un sentido especifico con respecto a la limpieza y a los buenos espiritus. No tengo idea de cuanto tiempo paso, pero calculo que a los 15 o 20 minutos, empezó el malestar.

  En la próxima entrada voy a pasar a transcribir toda mi experiencia con la Ayahuasca, tal y como la escribí en mi cuadernito al día siguiente.

1 comentario:

  1. Uh Mati! Muy interesante querido! Quiero saber como siguio esta historia! Espero avances!

    Abrazo grande y feliz dia del amigo gone!

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