Recostado sobre el enorme tronco de un árbol en Parque Centenario un
domingo por la tarde, entre pelotas de niños y partidos de futbol, guitarras
batucadas y bandas, ofertas de budines muffins y galletas veganas, parejas
amándose y amigos queriéndose, perros corriendo detrás de una felicidad
invisible, yoguis haciendo yoga y sanadores imponiendo manos tras el sutil
golpe de dos campanitas fui, finalmente, atrapado por la Maga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario