miércoles, 17 de junio de 2015

La tabernera del puerto

La tabernera del puerto, rezaba el cartel sobre el ventanal de la puerta de acceso al Teatro Provincial. Yo pasaba por delante nomas, pero el diseño me atrajo: el frente de un bar porteño, la silueta a contraluz de una mujer bebiendo una copa, un bandoneón cruzado en diagonal. La tabernera del puerto. -“Una por favor”-.  60 pesos, la más económica. Fila 15, butaca 4. Atrás al medio, buena ubicación, aunque después me acorde que el sonido siempre es mejor arriba. No importa.

No tenía idea que es lo que iba a ver. Como dije, simplemente me gusto el diseño del afiche y el nombre. Después me enteraría que es una zarzuela, aunque no tengo ni puta idea de qué es lo que define a una zarzuela. Luego de haberla visto tengo mis conjeturas al respecto… una mezcla entre teatro y ópera, con acompañamiento orquestal. El equilibrio entre una cosa y otra me encanto, la opera se me suele hacer medio pesada. En este caso había una dosis justa de cada una. Aunque puede ser que esté hablando boludeces, porque estrictamente hablando tampoco sé que es lo que define a una ópera. En algún momento lo averiguare, podría ser ahora, minimizando esta ventana y abriendo una pestaña nueva de google, pero no me interesa, al menos por ahora.

Tras una caminata de unos 40 minutos, llegue al teatro con La máquina de hacer pájaros sonando en mis oídos. Guarde headphones, campera, busque mi entrada y me dispuse a hacer la fila. Edad promedio a mi alrededor: unos 147 años. Todos viejos y viejas cholulas, aprovechando la fresca para sacar a relucir sus tapados. "Nuestra vida será blanca y buena, nuestra casa será verdadera, nuestra ciudad será hermosa desde hoy”, resuena en mi cabeza.

Una vez dentro, me instalé tranquilamente en mi lugar y procedí a leer el programa para saber de qué venía la cuestión. A mi izquierda, una vieja. A mi derecha, otra vieja. Entre las dos, debían sumar cinco siglos resistiendo. La de mi derecha se había sentado unos segundos antes a mi izquierda, hasta que notó que el resto del grupo con el que venía siguió de largo. Se levantó al grito de –“Hay chicas!! Pensé que ya se había sentado”. –“Hay perdóname querido, permiso”. –“Pase nomas, no hay problema”, le respondo haciéndome una pelotita contra mi asiento y metiendo mi mochila por debajo. –“Hay te perdono porque sos igualito a mi sobrino”, dice la vieja cuando termina de pasar… ¿Te perdono? Me quedo pensando… Nunca le dije perdón, y no tenía motivo para decírselo, de hecho, fue ella la que me pidió perdón mientras pasaba… No te preocupes, pequeños cortocircuitos de la tercera edad.

Fuerte predominio de viejas sobre viejos, se ve que sus papeles duran más en el teatro de la vida, a los viejos el contrato se les vence antes. Muy interesante la perspectiva que daba la pendiente de la platea baja, entre el brillo de la calvicie y el relucir de las canas. Alguna que otra juventud también se asomaba por ahí, para tirar un poquito abajo el promedio general.

No soy crítico de teatro ni cerca, pero debo decir que la obra me encanto, me pareció muy ágil y divertida, con una excelente puesta en escena. No les voy a decir que la vallan a ver porque ya no está, pero se las hubiese recomendado. Ah, como olvidarme, si hay algo que siempre me dio por las pelotas en este tipo de eventos, es el exceso de aplausos. Siempre. Cada aria, cada escena, cada acto, aplausos, aplausos y más aplausos. Y ni hablar al finalizar, unos 10 minutos consecutivos de aplausos. No es que no se lo merezcan, pero que se yo, te termina secando un poco el mate tanto aplauso. Quizá el problema soy yo, que al ser un ignorante de este tipo de rubro y de ambientes, no logro dar con la esencia y el significado trascendental del constante aplauso. Quizá sea la simple inercia de la infinita estupidez humana en su actuar sin pensar en lo que está haciendo. Pero el de al lado aplaudió, los de arriba aplauden, los de más allá aplauden, por ende, aplaudo. Y si no te gustó lo que acabas de oír, cagate, aplaudí igual. -“Pero esto último no me movió un pelo!”, -“No importa, todos aplauden, aplaudí igual!!”.  Y así, los aplausos van dirigidos a los actores, pero también al propio público en una auto alabanza e identificación de pertenencia a un sector privilegiado de la sociedad, que consume “alta cultura” envuelta en tapados y sobretodos, que tiene que cumplir el mandato de aplaudir hasta el hartazgo mas allá de lo que haya visto u oído; que se regocija comentando la versatilidad vocal de la soprano, el bajo intenso del protagonista, y la exquisitez de ese Fa sostenido alcanzado por el tenor en la tercer aria del segundo acto mientras cantaba loas a su amada. En fin, miren donde termino. Si a uno le interesan, aunque sea un poquito, ese tipo de eventos, es inevitable verse rodeado de todo eso. El combo viene completo, con cajita feliz y sorpresa para armar.


PD: hay algo que tengo que reconocer, alguna de las viejas tenía un perfume que era exquisito. Me hacía acordar a algo, en algún momento ya lo sentí, aunque aún no descifre cuando. Los olores tienen su mambo y, en mi caso, son grandes disparadores de memorias. Hace unos días, mientras usaba el Shazam (esa app (epaaaaa, esa sí que no se la esperaban ehhh) que te reconoce canciones) pensaba en cuando inventaran algo similar pero que reconozca olores. Sentís un perfume, una flor, el aparatito lo detecta y te dice qué es. Pero esto se me está yendo al joraca, el olor y el Shazam pertenecen a otra historia.

4 comentarios:

  1. JAJAJAJA "Vi luz y subí" En otro episodio más.

    Es cierto, el teatro es tan poco popular por estos lares que no puede sorprender que sea un pasatiempo geriátrico (porque tienen el tiempo, el dinero y el interés). Una zarzuela es un género teatral donde se mezcla canto y también baile aunque con claras tendencias populares y no épicas como si lo hace la ópera (Wagner por ejemplo), no por nada se llama la "Tabernera del Pueblo" y no "Las Valkirias".

    SoundHound me parece mejor que Shazam.

    Abrazo Mati

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    1. Gracias por la info!! Claramente, estaba muy presente lo popular en la obra, una tabernera que volvia loca a todos los marineros que pasaban por ese puerto.
      Vamos a probar el SoundHound!

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