Noche épica. No por descontrol, ni borrachera, ni alzadura. Simplemente de la recontra croqueta de principio a fin. Y todo el grupo de amigos que eramos, en la misma sintonia. Era mirarse a la cara y no tener que decir nada mas. El viaje que me comí con el recital de Onda Vaga no tiene nombre. La energía que sentí no tiene nombre. La cantidad de flores varias que corrieron, no tiene nombre. Durante todo el show estuve flotando en música, como manejan climas los guachos, y estábamos en la misma sintonia, no tengo dudas. Que bien que la pase por dios, hace mucho que no me comía semejante viaje con un vivo. No baje ni un segundo... y cuando pareció que se estaba por bajar sonaron los acordes de La Pipa de la Paz... nos miramos entre todos... y si, había que hacerle honor. Y a volar de nuevo...
Gracias a la vida por semejante noche
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