Mire la hora mientras doblaba a la izquierda para subir por Córdoba. 20:21 decía el reloj. Llegaba
justo. A mitad de cuadra vi a decenas de personas sobre la vereda, a la altura
del cartel vertical. “Regio”… extraño nombre para un teatro. No me gustaba. A
la palabra me refiero, al teatro no lo conocía, aun. A medida que me acercaba
note que casi todos tenían una copa de vino. Me llamo la atención. Me asome al
hall de ingreso. Atestado de gente. Todos tomando vino. Entré. A la izquierda,
en un rincón bajo la escalera, una mesa, dos mozos. Primera función. Tome una
copa. Subí las escaleras hasta el descanso. Me acomode en un escalón, di una
mirada general al salón. Abrí mi libro, necesitaba saber urgente si Michel
Marini se encontraba con Cecile o no. La novela había llegado a mis manos unas
semanas atrás, un fortuito regalo. Desde entonces no puedo dejar de leerla.
Tren, subte, e incluso en los colectivos, medio que nunca me resultó de mi
agrado para la lectura. Ahora también en el hall de teatros. Pero no me iba a
enterar de ese encuentro en las páginas que quedaban para terminar el capítulo,
así que lo cerré.
El hall se
llenaba, el vino circulaba, y a la gente se la notaba muy distendida. Estaban
disfrutando del momento, de la previa del estreno del espectáculo. El vino
ayudaba, siempre ayuda. Desde mi posición en las escaleras tenía una panorámica
especial. Podía ver prácticamente todo. Fauna interesante. Mucho/a freak
artista intelectual pequebu. Tengo seria limitaciones en cuanto a la descripción
de vestimentas, que no es más que la expresión de mi ignorancia en materia
ropa. Pero cualquiera que entienda del asunto se hacía un festín por las
combinaciones y formas extrañas que rondaban la escena. Claro, la obra había arrancado
afuera. “Rabia Roja” no iba a empezar hasta después de las 21 por lo menos.
Deje mi copa vacía, tome otra, volví a mi lugar. Por los alta voces, tras una
señal, una voz femenina de cigarros y copas comunicaba a los señores
espectadores que la sala ya se encontraba habilitada para el ingreso, y que una
vez comenzada la función se cerraban las puertas y ya nadie ingresaba. No pareció
importar mucho, la atención estaba puesta en los mozos. No pregunté que marca
era, estaba rico. Está claro que alguien que califica a un vino de “rico” es
porque entiende tanto de vinos como de ropa. Para mí hay dos categorías de
vinos: los que me gustan y los que no volvería a comprar. No volver a comprar
no significa que no lo volvería a tomar, hay circunstancias que superan
nuestros paladares. Esto se puede aplicar a muchos aspectos de la vida. Sí, a
ese también.
De a poco la
gente comenzó a ingresar. No por casualidad, estaban levantando la mesa del
vino. Es como cuando van prendiendo las luces en la fiesta de casamiento, al
tiempo que ponen esos temas de mierda sentimentaloides que usan justamente para
rajarte discretamente. Funciono. Hasta se estaba formando una fila. Terminada
una obra comenzaría en breve aquella otra que nos convocaba.
Mientras
miraba la escena de gente desesperada por llegar a las ultimas botellas me
hacia la idea de cruzar la mirada con una mujer solitaria, tomando su copa y
perdida entre la fauna. Dos miradas solitarias que se encuentran y se hablan,
que se terminan sentando juntos, que a la salida se van a un bar a tomar algo y
a discutir diversas interpretaciones de la obra, y que las diferencias en ese
aspecto las terminan resolviendo en un garche salvaje en el departamento de
ella que vive por la zona. Pero nada de eso pasa en la realidad. Me levante y
me dispuse a entrar.
Mi ubicación era
en el primer piso. Subí las escaleras (había bajado para devolver mi copa, en
otra época quizá me hubiese planteado llevarla como suvenir, pero no era el
momento ni el ambiente para semejante acto de incivilización). Arriba había un balcón
circular que daba al hall. Se tenía una visión exquisita de toda la escena, era
como ser dios mirando al mundo, o como la perspectiva de algunos juegos de pc.
No me distraje más. Enfile a la puerta. Para mi sorpresa no había nadie para
presentarle la entrada. Espere un segundo. Mire a mí alrededor. Nada. Entre con
el característico pensamiento argento, “para que chota pague la entrada,
hubiese podido entrar gratis”. Ese pensamiento se puede aplicar a todas las
instancias de transporte público, si no te ponen una gorra adelante la mayoría no
pagaría un céntimo. Y que se caguen.
Había algunas
personas ya ubicadas, pero eran muy pocas y el pulman era grande. De boludo
nomas me tome el trabajo de mirar mi ubicación. Busque la fila, la butaca. Fue ahí
que note mi estupidez. Me senté donde me pareció que tenía mejor vista. Saque
el libro y seguí leyendo unas páginas. Había poca luz, forzaba mucho la vista. Cerré
el libro. La entrada intacta, impoluta, con el troquel perfecto, ahora funciona
de señalador. De a poco se iba llenando. Dos chicas se sentaron adelante mío.
Ya las había visto en el hall. Mis sospechas fueron confirmadas. Se dieron unos
besitos jugando con sus manos. Me gusto presenciarlo desde atrás.
La obra
arranco pasadas las 21. Aunque un balance o critica de la misma no es el eje de
todo esto (no sé cuál es el eje de todo esto) en términos generales me gusto.
Salvadora Medina Onrubia, poeta, ensayista, anarquista, madre soltera, directora
de un diario, presa política, es retratada por cuatro actrices y un texto que
es bien llevado a partir de fragmentos tomados de la propia Salvadora: cartas, poemas,
fragmentos de obras.
Las luces se
encienden, suben al escenario todos aquellos que tuvieron algo que ver con la realización
de la obra. Noto la presencia de muchos de los personajes freaks que vi en el
hall. La gente aplaude, se entrega un ramo de flores a la directora. Agarro mis
cosas y parto. “Ni dios, ni patrón, ni marido”, en tonos rojos, sigue sonando mientras
busco la parada del 168. Camino bajo una llovizna que no se termina de decidir
y me muero de ganas de mear. Por suerte el bondi llego rápido.
R-R
ResponderEliminarMe pareció un tanto utopico el titulo para obra tetral. Es decir, me remite al desenfado, la ira y la vulgaridad. Tal vez no vería nunca una obra con ese titulo...tal como dice un libro que estpy leyendo: " el jiicio del gusto es particularmente subjetivo".
Me diverti con la entrada. 4ever and ever.
R-R
ResponderEliminarMe pareció un tanto utopico el titulo para obra tetral. Es decir, me remite al desenfado, la ira y la vulgaridad. Tal vez no vería nunca una obra con ese titulo...tal como dice un libro que estpy leyendo: " el jiicio del gusto es particularmente subjetivo".
Me diverti con la entrada. 4ever and ever.