domingo, 5 de junio de 2016

Finísimo hilo de plata (Parte I)

Lo descubrí unas noches atrás ni bien ingrese a mi habitación. Estaba ahí, cruzando el techo. Aun esta. Abundan los incrédulos en este mundo racionalista, pero no me importa. Sé lo que vi y veo. Tantos años devanándome la cabeza. Estaba seguro que no me equivocaba. Hace años que comencé a ser motivo de risas y a ser tratado de loco. Así y todo, con todo esto no busco aportar a mi defensa en un conflicto que jamás inicie ni me intereso. Pero las cosas son así, las intenciones e inquietudes de uno son lo de menos cuando estas no encajan en el espacio tiempo adecuado. La historia abunda en ejemplos. Hace un tiempo me entere de cierto grupito que comenzó a plantear por lo bajo, en cada rincón del barrio, que debería estar encerrado en un neuropsiquiátrico -por el cuidado de nuestros hijos, que andan escuchando y repitiendo esas ideas extrañas- dicen preocupados. Es que a la mayoría le irrita todo lo que se mueva un milímetro por fuera de lo establecido, por el estrecho y frágil camino de los márgenes. Incomoda, asusta, merece el encierro para proteger a la pulcra sociedad especialista en esconder su hipocresía bajo la alfombra.

Pero no es esto de lo que les quería hablar. Como les decía, fue una noche ni bien ingrese a mi habitación. Claro que estaba solo, ¿Cuándo me vieron con alguien? Me llamo la atención un finísimo hilo de plata que cruzaba el techo de lado a lado. Finísimo hilo de plata… no era un hilo, y mucho menos de plata, pero es en lo único que pienso una y otra vez cuando busco el modo de describirlo. Lo paradójico (o no tanto) es que esta aparición (porque si nos ponemos estrictos no fue un descubrimiento, esto se apareció ante mí porque así lo quiso. Es cierto que lo busque durante larguísimos años, pero sin éxito) se dé exactamente un mes después de mi completo abandono de la búsqueda. Y cuando digo completo me refiero a eso, no exagero. Tome todas mi notas, investigaciones, apuntes, archivos de audio y video, fotografías… absolutamente todo, lo apile en el centro del jardín, espere a que anocheciera, lo bañe en querosén y arroje un fósforo. Me senté a un lado y espere. Como segundo a segundo las llamas iban consumiéndolo todo. Años deshechos en cuestión de minutos. El espectáculo fue hermoso. Se consumía una gran parte de mi vida y lo disfrutaba, ladrillos que se volvían polvo, polvo que se desvanecía en el aire. A medida que el fuego avanzaba el humo se volvía seguro destino de todos esos años. No me pesó ni me costó. Tenía la sensación de que ese final siempre lo supe, que simplemente lo tenía que aceptar. Y en esa aceptación me encontraba.

Mi gran incendio dio tema para hablar en el barrio durante unas semanas. “A ver si ahora se tranquiliza un poco”, “quizá ahora lleve una vida normal”, y cosas por el estilo se repetían viejos y padres en el almacén, en las esquinas, en la entrada de la escuela. Por supuesto que yo lo sabía, incluso lo escuchaba ya que no se esmeraban en ocultar su desacuerdo con mi vida. Pero esta vez fue distinto. Trate por una vez de hacerles caso, oír sus suplicas, de zambullirme en ese juego estúpido que tanto les gusta. Me busque un trabajo que ocupara mi cabeza (cuando digo trabajo me refiero a un “trabajo normal”), por las tardes veía películas, empecé a hacer deporte.

Algunos vecinos comenzaron a saludarme, me iban aceptando al ver que de a poco compartía sus mismos esquemas, me amaestraba, ya no incomodaba. Otros, reticentes a cambios repentinos, me miraban con más recelo que antes, como si todo fuese un engaño perpetrado por mí con algún maquiavélico designio. Y extrañamente algo así fue lo que término ocurriendo, pero sin que yo me hubiera propuesto nada.

2 comentarios:

  1. y entendí: "“quizá ahora llueve una vida normal”"
    Como Cuando una palabra carga algo mas que su propio significado.
    Me llevó a pensarnque descubrir un hilo de plata también se trate de encontrar lo que nadie ve, y está en uno (amodo desafío)descubrir eso.
    ¡excelente!Porque me plantea y a su vez transporta a una dimesion delirante.
    gracias Matias, está bueno escribir, pero más bueno cuando se comparte lo dicho.

    ResponderEliminar