miércoles, 18 de noviembre de 2015

Alturas de Machu Picchu

Del aire al aire. Y sumergido en un ensueño transcurren las últimas estaciones. No sabias qué ocurriría, aunque el nombre lo insinuaba. Escuchar, sentir, ver, oler las alturas de Machu Picchu a medida que la ciudad abre sus fauces y lo devora toda. No aquella ciudad que suena a Urubamba.

Como una abstracción a contrapelo te arrastras, te arrastra. Los dos mil cuatrocientos metros de diferencia no son nada, no existen, Águila Sideral. ¿Ocurre lo mismo con los más de quinientos años? Deambulas por las calles como una escena de Baraka, suerte providencial, sin saber con exactitud si estás aquí o allá. Pero estas. 

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