La artesanía no quiere durar milenios
ni está poseída por la prisa de morir pronto. Transcurre
con los días, fluye con nosotros, se gasta poco
a poco, no busca a la muerte ni la niega: la acepta.
Entre el tiempo sin tiempo del museo y el tiempo
acelerado de la técnica, la artesanía es el latido del
tiempo humano. Es un objeto útil pero que también
es hermoso; un objeto que dura pero que se acaba
y se resigna a acabarse; un objeto que no es único
como la obra de arte y que puede ser reemplazado
por otro objeto parecido pero no idéntico. La artesanía
nos enseña a morir y así nos enseña a vivir.
Octavio Paz, El Uso y la Contemplación, ultimo párrafo.
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