10 ctvs. por grillo topo que sacaba. Hoy quizá parezca una miseria, pero allá por lo noventa, con que junte unos 15 o 20 grillos, me compraba mi paquete de papas y una lata de coca. No se como empezó esta profesión, supongo que tiene algo de tradición familiar. Si no me equivoco, fue mi viejo el que me lo propuso, "¿querés tener tu plata? Te tengo una propuesta". Claro, el jardín de mi casa estaba atestado de esas pequeños montículos de tierrita con aspecto similar a la carne picada, característica vivienda del grillo topo. Acepte. Y así fue como a los 8 o 10 años me inserte en el mercado laboral de menores.
La profesión tenia algo de artesanal. Tuve que empezar a buscar las proporciones exactas de la mezcla de agua y detergente para que el grillo topo (de ahora en mas GT) salga de su pequeño túnel subterráneo. Mucha agua, no producía nada. Mucho detergente, el GT podía morir dentro sin posibilidad de llegar a la salida. Yo siempre se lo atribuí a que el exceso de detergente producía un efecto de pista de patinaje en su túnel de salida. La cuestión es que no tarde en agarrarle la mano al arte del exterminio del GT. Todos los fines de semana (eran los días que trabajaba), con andar una horita, o a lo sumo dos, arrastrándome por el pasto del jardín de mi casa, tenia mi ingreso para comprarme prácticamente lo que quisiera. Esto sin contar el ritual previo. Buscar un recipiente para colocar los GT que iban saliendo; medir con ojo científico las cantidades respectivas para el brebaje, etc. Con el tiempo me fui convirtiendo en un experto en el tema. Si nunca llegue a comprarme la bici que soñaba, era simplemente porque lo que ganaba, me lo gastaba en el día. Por aquel entonces, no tenia el alma ahorrativa que tengo hoy.
Yo solo me las ingenie para ampliar mi mercado. Me di cuenta que había cientos de jardines por al cuadra. Si cada jardín del barrio tenia los mismos problemas con el GT que el nuestro y lograba ofrecer mis servicios, tenia la vida hecha. Durante la semana empece a prestar atención a todos los jardines que podía. Aquellos que daban a la calle, en las casas de mis amigos cuando me invitaban, o espiaba desde el segundo piso el de los vecinos. Y nada... apenas algún que otro montículo de carne picada perdido por ahí. Nuestro jardín era especial, al menos para los GT. Así fue que una mañana, después de una espectacular casería de unos 23 GT (había tenido la suerte de sacar de tres túneles, una familia entera de 3, y de otro túnel salieron 4, como los hattrick o poker que no para de hacer Messi) se me ocurrió, disimuladamente, acercarme a la cerca del vecino y arrojarlos, de a uno, hacia el otro lado. Esto fue un sábado temprano. El domingo toque el timbre en lo del vecino. "Buenos días, don Jorge", le dije simpaticamente y con carita angelical, para luego ofrecer mis servicios. Le callo muy divertida la propuesta, ademas porque don Jorge vivía solo con su mujer, ya era viejos y sus hijos vivían lejos. Pero me dijo que no tenian ese problema, que cualquier cosa me llamaba. Inmediatamente, le dije "pero yo vi por la ventana de mi cuarto, en el segundo piso, que tiene el pasto con muchas montañitas como de carne picada, don Jorge, como las que tenemos en casa"... Extrañado, se fue a verificar la información. Volvió riéndose, un tanto extrañado, pero dándome la razón y contratando mis servicios.
Así fue que gane otro cliente, y mis arcas comenzaron a crecer. A los dos meses de trabajar todos los sábados por la mañana en mi casa y en lo de don Jorge (me pareció que con mi mercado ampliado a un jardín vecino ya era suficiente) me compre un family game.
Fue la tragedia. En realidad no... o depende como se lo mire. Por un lado, comencé a pasar mas tiempos con el Battle City y el Circus Charlie, acostándome mas tarde y quedándome dormido para ir a trabajar. En mi casa no había problema, pero a don Jorge no le gustaba que pase por la tarde, por lo que, sin querer, perdí un cliente. Y con el tiempo, perdí el otro.
Pero no fue todo mi culpa, se juntaron dos factores, mi creciente tiempo frente a los jueguitos, con una disminución terrible de la población de GT, hasta que, finalmente, desaparecieron. Nunca entendí porque. Quizá se dieron cuenta que en mi jardín no tenían posibilidades de prosperar y emigraron, o tal vez los extermine por completo, sin darme cuenta de que eso perjudicaba mi trabajo...
Un año después, ya aburrido del Family Game, me quede esperando la llegada de la población de GT... pero nada. Ni en mi casa, ni en lo de don Jorge, ni en lo de amigos... Algo había pasado....
Sin saber porque, un sentimiento de culpa me empezó a pesar enormemente. Andaba cabizbajo por todos lados. Enferme. Mis padres se preocupaban de mi estado anímico... Yo solo pensaba en los GT, soñaba con ellos y los veía despierto, Solo quería que vuelvan, pero ya no para sacarlos de sus pequeños túneles, sino para poder dormir tranquilo, sabiendo que yo no era el causante de la desaparición de esos, al fin y al cabo, simpáticos animalitos.