Hace mucho que no escribo. No encuentro la razón, quizá no
haya una. Lo curioso es que el paréntesis comenzó en el momento exacto en que
hice un curso de escritura. Ahí deje de escribir. No es que no tuviese ideas o
cosas en la cabeza que me motivaran a hacerlo, si las había, y las hay, tal vez
en exceso. Pero ninguna de ellas fue plasmada.
Y ese paréntesis es cerrado sin una idea concreta. No es que
estoy sentado frente a la hoja en blanco con una idea. No no, todo lo
contrario, ningún tema del cual hablar, ninguna historia, ningún cuento. Nada.
¿O tal vez si? Reflexionando al respecto quizá el motivo por el cual estoy
escribiendo sin motivo sea justamente la necesidad de cerrar ese paréntesis sea
del modo que sea.
Les podría hablar del penetrante olor del perfume que tenía
puesto la señora que se sentó delante mío en el 365 a las doce de la noche
volviendo del teatro a mi casa. De cómo ese olor y no las conversaciones
cercanas me distrajo de mi lectura. Olor que aun siento sentado frente a mi
notebook mientras escribo, prendido como garrapata a mis fosas nasales. Porque
escribo esto después de haber ido al teatro y regresado a mi casa en el 365
sentado detrás de una señora con un perfume penetrante. Pero no, no voy a
hablar ni de ella ni de su perfume. Tampoco de la obra de teatro.
Finalizada la obra (el nombre no viene al caso) hice una
pasada por el baño de caballeros (no hay cosa que deteste más que esperar el
colectivo con ganas de mear, es insoportable). El mismo no tenía luz por algún desperfecto
técnico, ya que todo el resto de las instalaciones estaban perfectamente
iluminadas. No quedo otra que mear a oscuras (el celular aun lo tenía apagado, así
que no pude utilizar su linterna). En esos trámites andaba cuando otra persona
ingresa al baño y se pone a mear al lado mío. Lo particular de la situación obligo
a intercambiar una serie de comentarios respecto a esta experiencia de hacer
pis a oscuras. Y fue ahí que reconocí la voz. El pibe había actuado el día
anterior en otra obra que había ido a ver. A la salida del baño continuamos la
charla por un rato, sobre su obra, sobre el teatro, sobre mi obra (la charla
del baño quedo en la oscuridad). Pero tampoco voy a hablar de eso, solo lo
mencionaba como al paso, uste vio.
Las últimas cuatro películas son orientales. Si, cambio de
tema bruscamente, ¿y qué? Tres de Miyazaki, japonés, y una de Ki-Duk,
surcoreano creo. Podría buscar la información en este momento pero prefiero
quedarme con la incertidumbre y la suposición. Me gustaron mucho, las cuatro,
otro modo de narrar, otro modo de presentar los personajes, de filmar, otro
modo. Las de Miyazaki mantienen una tónica: el vínculo hombre-naturaleza, también
suele aparecer mucho la relación del hombre con la tecnología; sus
protagonistas suele ser jóvenes (niños y niñas casi siempre). De Ki-duk vi tan
solo dos películas pero creo que suele incursionar bastante por los
sentimientos, pasiones y deseos más ocultos en el ser humano. Pienso en la
palabra pulsiones mientras escribo esto, aunque no sé muy bien que significa calculo
que algo tiene que ver.
Podríamos seguir hablando de las últimas conversaciones que
escuche en el tren, una entre dos hombres en la cual uno le aconsejaba al otro
como encarar el divorcio con su (ex) mujer, que decir, que ocultar, como
moverse y toda esa porquería donde la cuestión de fondo (aunque no tan al
fondo) es siempre la guita; otra de un pibe hablando con lo que yo supuse que
era su novia aconsejándole de un modo un tanto agresivo como encarar la compra
de una obra de arte en un remate próximo (los consejos y toda la escena que
pintaba eran bastante turbios por cierto, ah, y si, la cuestión de fondo era
nuevamente guita); u aquella otra de una señora puteandose con un ex porque no
le pasaba la guita de su hijo (que estaba presente). Escrito esto me doy cuenta
que los tres tienen la misma preocupación de fondo: plata. Rige nuestras vidas
y todas nuestras relaciones. De nuevo el olor del perfume en el 365, ¿lo
sienten? ¿Lo huelen? Ya sé que no va a ser el mismo, pero presten atención que
seguro aparece. ¿Y? Pero dije que no voy a hablar del perfume, tampoco de estas
conversaciones.
No voy a hablar de nada. De hecho me voy a dormir. Sé que no
estoy cumpliendo con nada de lo visto en el curso, pero no me importa, estoy
cumpliendo con el objetivo que me puse al comenzar: cerrar el paréntesis,
aunque sea de un modo patético desde el punto de vista literario. Lo otro que
me parece importante es que después de mucho tiempo vuelvo a respetar lo que en
sus inicios fue la esencia del blog: escribir lo que se me venga a la cabeza,
sin filtro, sin repaso, sin correcciones. Este es uno de esos casos.